Con sus rulitos colorados al viento, Catalina camina desde hace tiempo. También habla sin parar. Y es dueña de una simpatía sin igual. Poco a poco, casi sin darse cuenta, se abre su propio camino. Toma decisiones. Elige la ropa. También la comida y los utensilios. Pero a la pequeña todavía le resta dar un paso para dejar de ser un bebé y convertirse en una nena.
Más allá de la insistencia de sus papás, Cata no puede despegarse del chupete. Hasta hay ocasiones en que se aparece con dos a la vez... Parece imposible que se olvide de él. Mamá y papá le explican que sólo debe usarlo para dormir, pero ella casi siempre se sale con la suya...
Por eso, le dijeron que en la casa había un ratón que durante el día roba los chupetes. Y que era necesario esconderlo en algún lugar secreto para evitar que se lo llevara. Cata no se cree demasiado la historia. Y pocas veces hace caso a la recomendación...
Un día, mientras dibujaba con unos crayones, Catalina pega un grito.
-¡Mamá! Vení, mamá, vení...
-¿Qué pasa, Catita?
-Dame el tete.
-No, ahora no...
-¡Dame el tete! -insistió la coloradita poniendo cara de puchero.
-¿Para qué lo querés? El tete -le explicó la madre- se usa para dormir. Nada más...
-No quielo yo... Lo quiele el latón.
-¿Cómo? No te entiendo...
-Lo quiele el latón loba tetes.
-¿Y cómo se llama el ratón roba chupetes?
-Osilis.
-¿Osiris?
¿Como el gato del vecino?
-Tí. ¡Dame el tete ya, mamá!
La mamá cede ante la curiosidad y la pequeña sale corriendo hacia su pieza.
-Catalina, ¿dónde está el tete?
-Se lo llevó Osilis...
El chupete desapareció como por arte de magia. Mamá y papá no lo encontraron por ningún lado. Y Catalina no lo pidió nunca más.
Más allá de la insistencia de sus papás, Cata no puede despegarse del chupete. Hasta hay ocasiones en que se aparece con dos a la vez... Parece imposible que se olvide de él. Mamá y papá le explican que sólo debe usarlo para dormir, pero ella casi siempre se sale con la suya...
Por eso, le dijeron que en la casa había un ratón que durante el día roba los chupetes. Y que era necesario esconderlo en algún lugar secreto para evitar que se lo llevara. Cata no se cree demasiado la historia. Y pocas veces hace caso a la recomendación...
Un día, mientras dibujaba con unos crayones, Catalina pega un grito.
-¡Mamá! Vení, mamá, vení...
-¿Qué pasa, Catita?
-Dame el tete.
-No, ahora no...
-¡Dame el tete! -insistió la coloradita poniendo cara de puchero.
-¿Para qué lo querés? El tete -le explicó la madre- se usa para dormir. Nada más...
-No quielo yo... Lo quiele el latón.
-¿Cómo? No te entiendo...
-Lo quiele el latón loba tetes.
-¿Y cómo se llama el ratón roba chupetes?
-Osilis.
-¿Osiris?
¿Como el gato del vecino?
-Tí. ¡Dame el tete ya, mamá!
La mamá cede ante la curiosidad y la pequeña sale corriendo hacia su pieza.
-Catalina, ¿dónde está el tete?
-Se lo llevó Osilis...
El chupete desapareció como por arte de magia. Mamá y papá no lo encontraron por ningún lado. Y Catalina no lo pidió nunca más.
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