Ya les dije en alguna de las anteriores entregas: la gente que viene a verme a casa tiene la imperiosa necesidad de encontrarme una semejanza con alguien... ¿Por qué? ¿Es necesario? Todos saben que soy hija de mi mamá y, supuestamente, hija de mi papá --sigue sin mover un pelo para darme su apellido--.
Es obvio que algo de ellos debo tener. No voy a ser parecida al sodero, ¿o sí? Ouchhhh. Me parece que entré en terreno fangoso... Papá: yo no sé nada, sólo fue un jueguito de palabras, ¡eh!
Dicen que soy igualita a ese gordo que se atribuye ser mi padre. No voy a plagiarme a mí misma, pero... Pobre de mí. Espero haber tenido mejor suerte en el reparto de caras.
Pero no se quedan allí. A la gente le encanta opinar. Con total soltura, algunos aseguran que tengo el color de ojos de una de mis bisabuelas. Otros afirman que soy idéntica a otra de mis bisabuelas, "una gota de agua".
Siguen la firmas. Insisten en que las orejas son iguales a las de mi tío. Y que mi nariz es un "porotito" como el que tenía una de mis tías. De la otra tía, según rememoran, tengo el color del pelo... ¡Qué pesados!
Hay más. Pasan los días y, de la nada, aparece alguien --debe ser conocido de mis papis-- que está convencido de que los cachetes se asemejan a los de papá. Al rato, como contrapartida, otro visitante jura que son similares a los de mamá.
Es increíble. Mi parecido con alguien es una cita obligada en el diálogo de todos los que pasan por mi casa. Son insufribles.
Ojo, no soy ingrata... Gracias a todos por los regalos, por ayudar a mis papás. Pero me siento protagonista estelar de un poco feliz sketch de Calabromas. O de Operación Ja Ja. La escena se repite hasta el hartazgo. ¿No pueden hablar de otra cosa? Me banco cualquier tema. La marcha de Blumberg, el alza del dólar...
¡Ya me aburro! Un dato: soy una bebé como todas. Lo único que me diferencia del resto es que quiero ser blogger... Nada más. ¿A quién me parezco? Dejen pasar un poco el tiempo. Les aviso: no tengo grandes pretensiones. A mí me gustaría ser, simplemente, como yo... ¿Es mucho pedir?
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